Gana flexibilidad mental y logra el cambio

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Cambiar nuestros hábitos puede resultar en un proceso incómodo debido a que los hábitos que desarrollamos están vinculados a la comodidad y nos dan una sensación de seguridad. Sin embargo, ¡la vida es impredecible! Lo único constante en la vida es el cambio: Crecemos, aprendemos, nos movemos, descubrimos algo nuevo… en fin, ¡cada día trae […]

Cambiar nuestros hábitos puede resultar en un proceso incómodo debido a que los hábitos que desarrollamos están vinculados a la comodidad y nos dan una sensación de seguridad. Sin embargo, ¡la vida es impredecible! Lo único constante en la vida es el cambio: Crecemos, aprendemos, nos movemos, descubrimos algo nuevo… en fin, ¡cada día trae cambios, ya sean grandes o pequeños! Y el misterio de la vida es, justamente, no saber qué hay a la vuelta de la esquina. 

Quizás te preguntas: ¿Puedo preparar mi mente para que se adapte a los nuevos cambios? ¿Puedo aprender a fluir con los cambios en mi vida? La respuesta es ¡, puedes! Y, si te sientes flexible para hacer un cambio, hoy te compartimos algunos pasos de acción para lograrlo: 

Saber y hacer 

Si bien muchos de nosotros sabemos lo que tenemos que hacer para mejorar nuestras vidas, lo cierto es que ponerlo en acción no es tan sencillo como parece. Intenta que tu mente acepte el hecho de que quizás no sea tan fácil, ¡y hazlo de todos modos! Cambiar nuestros patrones de comportamiento es todo un desafío —la actitud de nuestras mentes ante el desafío puede ayudarnos a mantenernos en el camino—. ¡Ser flexibles es clave para seguir adelante con el objetivo!

ACCIÓN 

Tómate un momento para evaluar lo que conoces sobre tu salud y pregúntate: ¿Qué es lo que sé que tengo que hacer? 

¿Qué te impide hacer esas cosas ahora? Si no hay un impedimento físico, probablemente se deba a que te lo estés impidiendo tú mismo, ¡y eso es normal! De hecho, los sentimientos de ambivalencia son parte del proceso de cambio, ¡no dejes que te impidan avanzar! 

Sentirse incómodo estando incómodo 

Estar cómodos puede llevarnos a creer que una acción o un hábito es bueno para nosotros, cuando quizás en realidad no lo es. Cuando nos vemos forzados a «conformarnos con lo que hay» en ciertas situaciones y desarrollamos patrones que pueden ser reconfortantes, olvidamos el verdadero propósito inicial. Al igual que las personas llegan a nuestras vidas por una razón, un momento o para quedarse toda vida… ¡también lo hacen los hábitos!

ACCIÓN

Tómate un momento para reflexionar sobre tus hábitos de vida actual y pregúntate: ¿Son hábitos funcionales para mi vida?

Si descubres que tus hábitos no te ofrecen algo positivo, puede que sea el momento de hacer un cambio. Al principio, el proceso de cambio puede ser incómodo, ¡y eso está bien! ¡Incluso puede ser el comienzo de tu nuevo yo! 🙂

Empieza gradualmente con los cambios, y con el tiempo notarás que sustituir un hábito por otro más saludable puede ayudarte a aliviar la incomodidad de desprenderse de un viejo hábito.

Autocuidado

Puede que necesitemos descubrir o reconectar con nuestros hábitos de autocuidado a lo largo de este camino. Muchos de nuestros mecanismos de defensa  —pensamientos y acciones inconscientes  que utilizamos para protegernos cuando nos sentimos amenazados por alguna situación— podrían estar disfrazados de autocuidado cuando en realidad están contribuyendo a hábitos poco saludables. Ser amables con nosotros mismos puede ser la parte más difícil de este nuevo proceso, sin embargo, recuerda: Somos seres humanos que merecemos y necesitamos amor y cuidado.

ACCIÓN

Tómate un momento para identificar tus necesidades y pregúntate: ¿Qué necesito ahora mismo?

Es posible que tu cuerpo y mente no te de la respuesta que esperabas, sin embargo, honra esa respuesta y tómate el tiempo para tu autocuidado. Recuerda que, en este proceso, tú eres el conductor  —si bien el cambio no será sencillo, tú decides cómo quieres abordarlo y seguir adelante—. ¡Ánimo, tú puedes!